INTERCEPTACIÓN OPERATIVA DE VEHÍCULOS


     A principios del pasado siglo XX apareció en escena un invento que cambiaría nuestras vidas para siempre: el automóvil. Si bien, el ser humano ya contaba con distintos medios de locomoción, sin duda el nacimiento de este y su posterior democratización en los años 60 ha cambiado la percepción de las distancias y los tiempos de viaje.

Como toda herramienta que inventa el ser humano, no es ni buena ni mala “per se”, y el automóvil, al igual que nos ha permitido mayor libertad y posibilidades en el transporte, también ha sido adoptada por la delincuencia común y especializada como un medio principal de desplazamiento y de comisión de actos ilícitos. 

Debido a su versatilidad, es el principal medio de transporte de efectos para cometer delitos, así como el medio más común de trasladarse al lugar de comisión y de huir del mismo una vez realizada la fechoría.


En el modelo policial actual es totalmente imprescindible, ya que dota a las unidades policiales de una gran movilidad y capacidad de respuesta, ya sea en vehículos tipo motocicleta, coches o vehículos tipo equipo en sus distintas modalidades y funciones.

 


En el momento de su adopción, propició el cambió del antiguo modelo del policía patrullando a pie, por las patrullas en vehículo, los actuales indicativos “ZETA” de los distintos despliegues de seguridad ciudadana o de los indicativos de paisano pertenecientes a los diferentes servicios. Permitió, además, abarcar una zona asignada mucho mayor y una respuesta mucho más corta, portar una mayor cantidad y variedad de material, lo que facilita la intervención policial de la patrulla.

La ingente cantidad de vehículos que actualmente circulan por nuestras vías y los distintos usos para los cuales los delincuentes los utilizan, hacen necesario que se realicen distintos tipos de controles o identificaciones de los mismos, siendo una práctica diaria común de las  unidades uniformadas o de paisano, tanto en su labor de prevención de la delincuencia como en su represión.


La realización de las identificaciones en vehículos es, por tanto, algo muy habitual en la práctica policial y ahí es donde reside su principal dificultad y peligro, ya que lo que se percibe por los agentes en una mayoría de las ocasiones es que el vehículo se intercepta por simple rutina y la identificación y el cacheo del mismo y de sus ocupante se realizan apenas manteniendo unas mínimas medidas de seguridad, con la sensación de que “nunca pasa nada”.


Existen distintos procedimientos de actuación para la interceptación de vehículos, en el que cambian ciertos detalles  en virtud de si la unidad es uniformada o no, si es un binomio o un equipo, de si el vehículo tiene un señalamiento previo a la identificación o no, de si la interceptación se realiza durante  un control o despliegue, si lo es en el marco de  un dispositivo estático de control o en tipo  “check point” o punto de verificación; o si la identificación se produce en dinámico como consecuencia de una llamada previa, o lo es en base al comportamiento del vehículo o de sus ocupantes.

En cualquier caso, esta acción siempre conlleva un peligro mayor de lo que habitualmente solemos pensar por diferentes motivos, como pueden ser:


– Si el ratio policía/ocupantes nos es favorable.

– La posibilidad de que en el vehículo haya armas y en qué disposición la tienen los ocupantes para hacer uso de ellas en nuestra contra.

– La peligrosidad de los ocupantes, los cuales hasta el momento de la intercepción no podemos conocer.

– El hecho de que el mismo vehículo puede convertirse en un arma mortal.

– La peligrosidad que comporta la propia vía de circulación y el resto de los usuarios de la misma, etc. 



Obviamente, todo ello conlleva la necesidad de tener una táctica concreta previamente adquirida y mecanizada por el binomio o equipo de intervención, basándose en primer lugar en que todas y cada una de las intervenciones en vehículos deben de ser tratadas como una situación de riesgo, desde que se da el alto policial al vehículo, hasta el control de los individuos que se encuentran en el mismo y sus pertenencias.


Como en la mayoría del resto de intervenciones policiales, la “rutina mata”, y el no instruirnos, formarnos y/o reciclarnos en esta materia tan importante y habitual en la operativa diaria hace que nos podamos ver indefensos ante la actuación de los ocupantes. Estos siempre llevan cierta ventaja sobre nosotros, ya que ellos conocen que somos policías y anticipan ciertas respuestas a nuestra actuación, nosotros sin embargo, hasta el momento crítico de acercarnos al vehículo y proceder con sus ocupantes, desconocemos quién lo ocupa.


Por ello, es imprescindible que siempre tengamos una TÁCTICA previa; debemos anticipar las posibles acciones del contrario y organizar en nuestra cabeza un racimo ordenado de acciones en respuesta a las suyas, tanto en el ámbito legal, como en el operativo. 


Esto nos permitirá estar enfocados y alerta, alejándonos de esa peligrosa rutina. No podemos evitar que nos sorprendan, pero sí podemos tener preparada una respuesta ante esa sorpresa, lo que nos permitirá actuar más rápido, que si no tenemos anticipada esta cuestión.


Durante esta operativa, en la que no nos podemos anticipar con seguridad a lo que nos vamos a enfrentar, hay ciertos aspectos controlables por nuestra parte que nos pueden facilitar la actuación. Más allá de algunos detalles de los distintos procedimientos, de las más variadas instituciones nacionales o internacionales, debemos tener en cuenta diversas medidas de prevención comunes a todas ellas, que nos evitarán accidentes y problemas durante el desarrollo:


– En primer lugar, debemos asegurarnos de que el vehículo que detengamos o identifiquemos  esté totalmente parado antes de intervenir con él.


– La colocación del vehículo policial debe darnos una ventaja estratégica con respecto al vehículo interceptado, teniendo un ángulo de visión de los ocupantes mejor que el que tienen ellos sobre nosotros.


– Nuestro vehículo nos debe servir como protección o parapeto, tanto ante el vehículo interceptado como ante el resto de usuarios de la vía, ya que en muchas ocasiones la simple presencia policial pone nerviosos o distrae de la conducción al resto de usuarios, pudiendo provocar accidentes.


–  Debemos procurar que el ratio de policías/ocupantes siempre sea superior o, como mínimo igual, solicitando apoyo antes de la intervención si es necesario.


– Antes de descender del vehículo policial, comunicar a la sala operativa correspondiente, QUÉ se va a hacer, DÓNDE se va a hacer y adelantar los datos posibles de CON QUIÉN se va a hacer. De esta simple forma evitamos tener que dar todas esas explicaciones y datos durante una posible persecución en estado de estrés.


– Diferenciación clara de las funciones de los actuantes previa a la intervención. Siendo una obviedad, en ocasiones el celo policial puede ocasionar que los funcionarios cacheen a la vez el vehículo o a los ocupantes, olvidando la seguridad.


– Antes de establecer contacto con los ocupantes, debemos asegurarnos de tener contacto visual con las manos de los mismos, sin perderlo en ningún momento.


– Establecer siempre una misma forma u orden de extracción y cacheo, tanto del vehículo como de sus ocupantes. De esta forma automatizamos procedimientos, liberando memoria de trabajo que nos permita estar más atentos sobre más aspectos y detalles, permitiendo una anticipación de acontecimientos.


El resto de cuestiones sobre si se sigue el modelo americano de tocar el vehículo y su utilidad, sobre la colocación de los actuantes en el momento de proceder a entablar contacto visual con los ocupantes,  de si los individuos, una vez extraídos, deben quedar delante o detrás del vehículo, qué técnicas deben usarse para la extracción y detención de los ocupantes, o incluso sobre la utilidad o no de las cámaras de grabación que se activan al descender del vehículo policial, son ampliamente discutidas o discutibles, y cada uno puede y debe tener una opinión, si esta es razonada y razonable.


Desde TACTICAL WORK y su equipo de formación, como siempre, basamos nuestra operativa en la experiencia y en la preparación, intentando no dejar nada al azar. Nuestro Curso de Adiestramiento Táctico sobre Operativa en Vehículos se asienta sobre un arduo trabajo de investigación en los distintos procedimientos existentes, desarrollando una táctica de intervención basada en los resultados de la experiencia de los integrantes de los distintos grupos de trabajo que tenemos al respecto.

Tras el análisis de multitud de intervenciones en vehículos en distintos lugares y situaciones, por diversos cuerpos y unidades policiales, y de los posibles aciertos y errores que se cometen, se ha desarrollado un programa en el que priman la seguridad, la proporcionalidad, la versatilidad y la sencillez de aplicación, que permita al actuante trabajar con seguridad física y jurídica, siguiendo un protocolo tipo A-B-C que, una vez automatizado, permita a los agentes graduar la respuesta ante las distintas vicisitudes de la intervención.


Este tipo de intervenciones, si bien no pueden ser gestionadas por su habitualidad continuamente desde la denominada “fase roja” de Grossman, siempre deben ser afrontadas con la suficiente tensión por su posible peligrosidad, por lo que siempre que algo previo no nos indique lo contrario, deberíamos enfrentarlos desde una “Fase Amarilla”, con los sistema de atención debidamente estimulados. La automatización de diversos procesos previos nos permiten que dicha atención esté centrada en lo realmente importante y no dividida con el resto de circunstancias de la intervención.     


Se siga el modelo que se siga, siempre debemos tener en cuenta una premisa para los actuantes: nunca se debe tener la idea preconcebida de normalidad a una situación, ya que esto genera la falsa expectativa sobre un resultado y este siempre puede derivar en otro totalmente aleatorio e inesperado. La rutina y la falta de preparación mental matan.  


Parafraseando al Sargento Esterhaus, de la afamada serie «Canción triste de Hill Street», de Steven Bochco, «Let's be careful out there», Tengan cuidado ahí fuera.



Daniel Vacas





TACTICAL WORK

La experiencia es nuestra carta de presentación


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